ensalada de tomate y feta

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*a la calle Relator, joven*

A mí tanto Red Verde como La Alhacena me pillan bastante a trasmano, la verdad. Por no hablar de que están en una calle de sentido único, muy larga y estrecha, en la que es imposible aparcar. A todo esto, yo no conduzco. Primero porque no tengo carné, y segundo porque, aunque tuviera, también tengo lupus y no puede darme el sol, lo que hace que de día tenga que ir sentada detrás (que es donde la DGT nos permite tintar los cristales con fotoprotección) como las niñas de 6 años o como Miss Daisy cuando la paseaba Morgan Freeman. Salvo que yo, en vez de a un señor de voz increíble, tengo a Nacho pa’que me acerque, me deje en la puerta y se vaya a dar vueltas hasta que yo lo llame diciéndole que he acabado y que puede venir a recogerme. Vamos, que ir a la calle Relator es, para mí, un coñazo. Y para Nacho ni te cuento. Pobre.

Bueno, pues aun así, me compensa. A él prefiero no preguntarle 🙂 .

Me compensa porque Red Verde y La Alhacena son mis dos tiendas favoritas de toda Sevilla. Porque en la primera compro cosas rarunas, de esas que usamos lxs vegans para cocinar, como levadura nutricional, humo líquido, tahini o gluten de trigo, y verdura ecológica, y en la segunda cosas de to la vida de dios, como lentejas, garbanzos, frutos secos y especias, a granel.  Porque en las dos te ponen las cosas en bolsas de papel, no de plástico. Porque las dos las llevan mujeres, encantadoras además, que saben lo que están vendiendo y que te resuelven cualquier duda que tengas. Porque en ambas los productos frescos que tienen son locales y de calidad, y a mí en comida, si es buena, no me importa gastar lo que haga falta y quitármelo de otra cosa. Lo que explica, en parte, por qué visto como visto…

Anyway…. en esta ocasión, además de por todo eso, tenía muchas ganas de ir a la calle Relator porque Red Verde había abierto después de vacaciones/reforma y yo me moría de ganas por ver cómo la habían dejado. Y la habían dejado preciosísima. Tanto que allí estaba yo, con mi bolsa de tela al hombro, deteniéndome en cada estante, como si estuviera en una librería, sin acordarme de Nacho, que andaba dando vueltas con el coche a 40 grados a la sombra. Sólo después de asegurarme de que no me había dejado nada por mirar y de decirles 80 veces cuánto me gustaba todo, arranqué a comprar y, entre otras cosas, aproveché para llevarme tomates ecológicos para hacer salsa de la del blog de Olga. Luego pasé por La Alhacena, vacié mi monedero en el mostrador (así soy yo, todo elegancia y saber estar) y le dije a Rocío: «me queda este dinero (que era poco), a ver qué puedo llevarme«. Y me llevé lo que pude en cosas básicas en toda despensa vegana que se precie, como avena y dátiles.

Total, que llegué a casa y me lié a hacer salsa de tomate como si no hubiera mañana. Que en ese momento pensaba yo que igual no lo había, porque a 48 grados que hemos estado era cuestión de tiempo que me derritiera en ese cuchitril en el que no corre ni una gota de aire. Pero sobreviví. Bicho malo, ya se sabe. Y cuando había llenado ya no sé cuántos tupers con salsa de tomate, me di cuenta de que para lo que venía siendo la hora de comer no había preparado nada. Entonces hice lo que habría hecho cualquiera. Me fui al salón, encendí el aire, me dejé caer en el sofá y me puse a pensar si pedíamos del japonés o de la Habanita. Y en ésas estaba, mientras chumineaba en feisbuk, cuando me topé con esta receta del comidista.

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*cosas preciosas que me regala mi familia; porque yo lo valgo :)*

Y aprovechando que me habían sobrado algunos tomates, tenía pan del bueno, feta (que había dejado hecho días atrás), y, lo más importante, un par de bandejas de madera de olivo que me había regalado Chema y me habían encantado tantísimo que me había pasado 5 minutos oliendo y acariciando – exacto, como aquella tía del anuncio de colchones de la teletienda- mientras mi hija me miraba raro y que, obviamente, estaba deseando estrenar, volví a la cocina y me puse a hacer mi versión de su ensalada.

Le eché alcaparras porque no tenía pimientos y pensé -y acerté- que le irían genial. Lo de añadirle anacardos… No, mejor preguntadle al Comidista por qué no se los añadió él. A esta ensalada le van que te mueres. Bueno, y a cualquiera. Los anacardos son como los gatos(*), nunca están de más.

(*) Si sois alérgicxs, a cualquiera de las dos cosas, mi más sentido pésame.

Ingredientes (de mi versión)

  • ensalada-tomate-y-feta

    *Detalle: tomates, feta vegano, anacardos, cebolleta, pan y alcaparras*

    Tomates maduros sin piel y sin partes duras. Yo usé 3 tomates Raf ecológicos (1 kilo, aprox).

  • 1 cebolleta mediana.
  • 1 diente de ajo.
  • Alcaparras (como 1 cucharada / persona).
  • 150 gr. de pan bueno (yo usé de espelta e integral de semillas).
  • 2 puñaos de anacardos.
  •  Aceite de oliva virgen extra (AOVE).
  • Sal.
  • Pimienta.
  • Feta vegano (tendrías que haberlo preparado días atrás, eso sí).

Ingredientes para hacer el feta:

  • Miso blanco (Podéis comprarlo en cualquier tienda de productos orientales o en tiendas veganas. Se usa mucho en quesos veganos)
  • Tofu firme.
  • AOVE
  • Hierbas aromáticas (yo usé tomillo y orégano).
  • Pimienta negra molida.

Preparación.

Para el feta:

Corta el bloque de tofu en dados del tamaño que quieras pero que sean más o menos iguales. Yo compro este tofu en el ALDI, es bio, no es caro, y no hay que prensarlo para que suelte agua. Una maravilla, vamos. Ahora, con las manos limpias, coge un poco de shiro miso (o miso blanco) y ve untando los dados de tofu con él. Yo suelo embadurnarme las manos y mover dos o tres dados de tofu como si fueran dados hasta que cogen bien el miso. Esta parte es la más laboriosa, pero merece la pena entretenerse, palabrita. Cuando tengas todos los dados embadurnados, mételos en un tuper y déjalos reposar por lo menos 48 horas. El miso blanco tiene un sabor fuertecito y el tofu, que no sabe a nada (bueno, a tofu), lo irá cogiendo. Cuando hayan pasado esos dos días (o más, si puedes esperar), saca los dados de tofu y lávalos un poco para quitarles el miso. Si quedan restos no pasa na, luego irá al aceite y quedará aún más rico. Ahora coge el tofu, más o menos limpio y seco, échalo en ese mismo recipiente, que tendrá restos de miso, y cúbrelo con AOVE. Agrega pimienta negra molida y hierbas a tu gusto y deja reposar unos días. Como está en aceite, se conserva bien mucho tiempo, aunque si lo has hecho bien, dudo que te duré mucho más de una semana.

Como veis, es muy fácil de hacer y cuando lo probéis veréis que, sin ser queso, da bastante el pego. Yo lo guardé en el frigo porque fuera estábamos en el puto infierno, pero en teoría y con temperaturas normales, se conserva bien fuera, lo que parece motivo suficiente para tener siempre un bote preparado porsiaca te apetece echárselo a algo. O comértelo a caraperro, que es otra opción.

Para la ensalada:

Pela el diente de ajo, córtalo por la mitad o aplástalo con la mano un poco y restriégalo muy bien por cada bol donde vayas a servir la ensalada. Tira el ajo después.

Si tienes los tomates en el frigo, déjalos fuera una horita o así. Luego pélalos (yo uso este pelador y es FANTÁSTICO), quítales las partes duras del centro y las pepitas, si no te van. Pica la cebolleta como más coraje te dé y añádela a los tomates en el bol que has preparado, junto con un poco de sal. Mezcla bien (yo lo suelo hacer con las manos).

Ahora tuesta el pan. Yo lo corté en rebanadas, lo tosté y luego lo corté en trozos más o menos iguales. Cuando lo tengas tostado y cortado, añádelo al tomate con la cebolleta y mezcla bien (con las manos o como tú veas) y deja reposar unos 10 minutos para que el pan coja todo el juguito que sueltan las verduras y el ajo con que untamos el bol.

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*ensalada de tomate y feta en bandeja de olivo*

Tuesta los anacardos en una sartén sin aceite. Cuando estén tostaditos, retira la sartén del fuego y deja que se enfríen un poco.

Mientras tanto, añade a la ensalada el AOVE y las alcaparras. Puedes añadir hierbas, pero si haces el feta como yo, ya lleva suficientes en el aceite en que se conserva y no te harán falta más. Salpimenta.

Cuando vayas a servir, pon por encima taquitos de feta y anacardos tostados.

Ésta es una de las ensaladas más contundentes que he comido, por lo que, o sirves poquita, o se convierte en plato único. Merece la pena hacerla, sobre todo si podéis comprar tomates en condiciones, porque es muy faćil, está riquísima y es bastante completa nutricionalmente hablando.

Si la hacéis y se os ocurre alguna mejora, ya me contáis 😉

5 pensamientos en “ensalada de tomate y feta

  1. Jeje, lo soy. Pero el feta no tarda una semana, exagerá, en 2 diítas lo tienes listo 😉

    Cuando la hagas, me cuentas. Yo hoy me he liado a hacer queso. ¡Y qué queso! Tarda días (más que el feta, me temo), que se me van a hacer eternos, pero en cuantito lo pruebe y le dé el visto bueno, subo la receta 😉

    Muchas gracias, guapa, por pasarte y comentar 🙂

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  2. Pingback: queso feta estilo mediterráneo / pasta con tomate y feta | kiss the cook

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