dime qué ceno

Esta entrada está escrita para alguien a quien quiero mucho, desde hace mucho tiempo, y que me preguntó hace poco que qué podía preparase los días que cena en casa, teniendo en cuenta que nunca sabe a qué hora va a acabar de trabajar y que cuando llega, llega reventao.

Va a ser un post denso, aviso, pero espero que al menos le sirva a él y a quien esté en su situación para organizarse un poquillo dejando fuera de su plato cualquier producto de origen animal.

Ahí lo llevas, protestón 🙂

PARTE I: LA COMPRA.

VERDURA.

  1. Verdura congelada. Personalmente prefiero la verdura fresca, sobre todo porque la congelada suele venir en bolsas de plástico y eso es poco o nada ecológico. Pero entiendo que para alguien como tú, que trabaja sin horario y llega a su casa a las mil, no es práctico. A efectos nutricionales son exactamente iguales y como por suerte, a día de hoy tenemos todo tipo de verdura congelada, porcionada y lista para ser usada, no hay excusas. ¿Qué verdura tendría yo en mi congelador en estos casos? Brócoli, coliflor, romanescu, espinacas, guisantes, edamame, judías verdes, pimientos en tiras, setas. Y parrillada. Una bolsa de parrillada te salva la porción de verduras de cualquier cena y le da alegría a cualquier plato.
  2. Verdura en bote / envasada al vacío: corazones de alcachofa, espárragos, verdura para ensaladilla, guisantes, pimientos asados, pisto.
  3. Verdura fresca. Aunque prácticamente en cualquier súper podemos encontrar cebolla y ajo troceados en formato congelado, no creo que merezca la pena teniendo en cuenta que son dos productos básicos que aguantan relativamente bien (siempre fuera del frigo). Lo mismo con la zanahoria (ésta dentro de él). Otros productos frescos recomendables (si ves que no se van a quedar criando humedad o moho) serían brotes verdes, aguacate, tomate, champis y cualquier cosa suceptible de echarle a una ensalada.
  4. Preparados de verdura ya cocinados. Si lo que quieres es tener algo para calentar y listo, siempre puedes tirar de productos tipo fritada, pisto o similares. La parte negativa es que pueden meterte cualquier tipo de aceite y sabe Thor qué cantidades de azúcar y sal, pero eso ya lo valoras tú, si eso.20170713_213629.jpg

PROTEÍNA

  1. Legumbres en bote / lata. Es cierto que las legumbres secas son más baratas y sólo hay que dejarlas en agua el día antes y cocinarlas al día siguiente, pero eso implica planificación y tiempo, y este post está dedicado a alguien que nunca sabe dónde va a desayunar mañana (aunque sí que mojará la tostada en el café). Hay montones de marcas de legumbres ya cocidas de gran calidad; sólo tienes que fijarte en que los ingredientes no haya conservantes. Mis marcas favoritas de legumbres cocidas son Productos de Nuestra Tierra y Pedro Luis, ambas en Carrefour. Legumbres en lata consumo sólo frijoles negros, que me encantan, y siempre tengo al menos una por si me da el antojo.
  2. Lentejas rojas (o coral) sin piel, secas. A diferencia de otras legumbres, estas lentejas se hacen en un suspiro y no hay que dejarlas en remojo, por lo que son una magnífica opción si quieres hacerte un plato proteico en media horita.
  3. Soja texturizada seca. La soja texturizada es como el amor, depende de lo que te quieras gastar. A mí, que pa estas cosas soy muy pija, me gusta la soja fina de la marca Ecocesta y la soja gruesa Bio de VantasticFoods, pero ya hay soja texturizada en mil formatos (filetes, medallones, fina, gruesa) de muchas marcas. Las de El Granero quizá sean las más habituales en hípers asiáticos y en grandes superficies en general.
  4. Soja texturizada congelada: Heura. De la Heura, salvo por el precio, sólo puedo decir maravillas. Pero para alguien que viva solo como tú, aunque sea a tiempo parcial, creo que compensa con creces tener una bolsa de Heura formato familiar en el congelador e ir consumiéndola poco a poco.
  5. Tofu. Salvo que te hubieras recluido en una cápsula del tiempo allá por los 90, y me consta que no es así, imagino que sabrás que el tofu hace mucho que dejó de ser ese bloque blanco que no sabe a nada, para convertirse en un alimento de calidad presentado en mil formatos distintos. Que sí, que el blanco está genial porque se puede macerar y darle el sabor que quieras, pero estoy partiendo de que no tienes ni tiempo, ni ganas de calentarte la cabeza. Y ahí entran el maravilloso tofu ahumado de GutBio en ALDI o los bloques con sabores de VantasticFoods o de Taifun.
  6. Seitán. Aquí me la voy a jugar un poco porque yo jamás he probado el seitán envasado, siempre lo he hecho yo; pero teniendo en cuenta que se trata de darte opciones rápidas – y que hacerlo tú mismo te llevaría un ratillo- siempre puedes optar por tirar de su versión comercial. Lo ideal sería comprarlo en tiendas veganas y dejarte aconsejar, pero si por lo que sea no tienes una cerca, sigues sin tener excusas. En grandes superficies, como ALDI, LIDL o Carrefour lo hay para todos los gustos. Hasta para el tuyo.
  7. Frutos secos al natural y semillas. Echarle un puñado de semillas o frutos secos a una ensalada o a un plato de verduras a la plancha, o comerte unas nueces/ almendras /avellanas mientras ves una serie o wasapeas, es un muy buen hábito que sólo te va a traer cositas buenas. En el LIDL tienen bolsas de todo esto, a muy buen precio, tanto por separado como mezcladas (tienen unas bolsitas de semillas de girasol, calabaza y piñones que son la rehostia).

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HIDRATOS

  1. Arroz, ya sea normal (mejor integral) o preparado en formato «risotto» (con verdura deshidratada de calidad) el arroz es el acompañamiento perfecto para la mayoría de los platos. Hay marcas muy buenas de preparado de risotto (como Trevijano, que se encuentra en grandes superficies) y no está de más tener alguno en la despensa por si un día te apetece comer algo más especial.
  2. Pasta, si es con harina de legumbres (pasta de lentejas, de garbanzos, de quinoa) o integral, mejor, aunque si la comes de higos a brevas, tampoco creo que pase na porque sea pasta normal. Existen también formatos de pasta fresca rellena, envasados al vacío, que se conservan fuera del frigo, tienen una caducidad bastante larga y están genial para darte un capricho de vez en cuando. O para cuando vaya yo a verte 🙂
  3. Cereales tipo cous-cous, bulgur, quinua. En función de dos variables, tiempo y valor nutricional, nos quedaremos con el cous-cous si queremos algo rápido (se hace en 5 min) o con la quinua si no nos importa echarle un ratito a cambio de tener un plato más completo.

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CENAS PREPARADAS Y PICOTEO

  1. Cremas y untables.  En cuanto a cremas, a mí me flipan las ecológicas de GutBio. Las hay de varios sabores, todas buenísimas. Para una noche que no te apetezca cocinar, me parecen una opción perfecta: sólo tienes que abrir el bote, servirte un plato y calentarlo. En cuanto a untables, aunque hay muchísima variedad tipo paté, yo me sigo quedando con un buen hummus, llámame tradicional.
  2. Platos preparados saludables que podemos comprar en cualquier súper. En bote, tipo espinacas con garbanzos o legumbres con verdura, envasados para frigo tipo quinua con verduras o tabule, o congelados tipo garbanzos, calabacín y bulgur.
  3. Productos procesados tipo salchichas, hamburguesas, albóndigas. A día de hoy encuentras este tipo de productos (generalmente congelados) en cualquier tienda vegana online y en casi cualquier súper, aunque puestos a elegir yo me quedaría con los de Gutbio de ALDI o con los productos preparados vegetales de Carrefour . Obviamente no son la mejor opción, porque además de ser más caros, suelen llevar bastantes mierdas entre sus ingredientes. Pero pa un desavío… Y siempre serán mejores que sus análogos de origen animal. Y cruelty-free, que es de lo que se trata.

OTROS. Aquí entrarían básicos como el AOVE (aceite de oliva virgen extra), el vinagre y  algunos saborizantes -como sal y pimienta, especias (hierbas, pimentón ahumado, mezcla para pinchitos), levadura nutricional o salsa de soja- que creo que nunca está de más tener a mano a la hora de cocinar.

PARTE II: LOS PLATOS.

No voy a descubrirte América a estas alturas si te digo que para hacer una cena equilibrada lo ideal es que metas un poquito de to. Pero si no te fías de mí – aunque no sé por qué no ibas a hacerlo 🙂 – échale un ojo a este artículo escrito por nutricionistas de Harvard donde hablan de las proporciones que debe tener un plato para ser nutricionalmente perfecto. O casi.

20151111_134426.jpgY aunque tú de inglés vas sobrao, por si hubiera alguien que fuera más de francés leyendo esto, lo que viene a decir es que al menos la mitad del plato debería ser verdura (y no, las patatas no cuentan), un cuarto del plato deberían ser cereales, preferiblemente integrales, y el otro cuarto, proteínas. Que las grasas que uses sean de la mejor calidad posible y que la bebida sea preferiblemente agua, evitando alcohol y bebidas azucaradas.

Con esos mimbres, y teniendo en cuenta que no quieres platos elaborados como la mayoría de los que tengo en el blog, se trata simplemente de combinar un poco los ingredientes que he tratado de resumir en el apartado (I).

La verdura, como acompañamiento, puedes hacerla salteada, con ajito y AOVE, o tirar de la que viene ya preparada si ese día no tienes cuerpo pa ponerte a cortar. Si las salteas, puedes echarle un chorrito de salsa de soja en vez de sal.

Si la haces en ensalada, puedes montar un plato completo con una base de preparado de hojas verdes + taquitos de tofu ahumado + semillas y/o frutos secos + un par de cucharadas de cereales (por ejemplo, quinua o bulgur cocido).

Respecto a la proteína, si se trata de seitán o de tofu, puedes cortarlo en taquitos o en lonchas y hacerlo a la plancha con un chorrito de AOVE. Luego lo acompañas de verdura salteada (setas, brócoli, wok, o lo que sea), un poquito de pan integral pa acompañar y listo.

Si hablamos de legumbres, además de añadirlas a una ensalada tradicional para hacerla completa, te dejo un par de combinaciones que a mí me gustan mucho:

  • La primera es abrir un bote de garbanzos o de judías blancas, cortar muy chiquitito cebolla, pimiento verde y zanahoria, añadir unas hojas verdes (de espinaca o de rúcula, por ejemplo), echarle un chorreón de AOVE y meter el tenedor. Si en vez de sal normal le echas una pizca de gomasio (que es sal con sésamo), lo petas.
  • La segunda es una receta que probé hace no mucho cuando pedí que me quitaran los ingredientes de origen animal de un plato y me los cambiaran por verdura. Ésta llevaría una base de rúcula, champiñones en láminas y corazones de alcachofas salteados junto con unos garbanzos cocidos, y tomates cherry (o normales). Todo aderezado con alguna vinagreta que te mole.

También puedes hacerlas en un guiso rápido, por ejemplo sofriendo verdura (cebolla, pimiento y zanahoria), añadiendo especias a tu gusto (yo suelo echarle pimentón, comino y alguna hierba), añadiendo las legumbres ya escurridas y cubriendo con caldo de verduras o con agua y una pastilla de caldo vegetal y dejando cocer unos minutos. Existe un chorizo vegetal llamado Calabizo que si se lo añades te queda un plataco que te mueres. Es un capricho, porque es caro, pero más caro es un gintónic y no por eso te lo dejas de tomar.

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Si en vez de legumbres cocidas quieres usar lentejas rojas, basta con que las dejes en agua mientras cortas la verdura para el sofrito de cebolla y tomate natural pelado y despepitado. Una vez que lo tengas hecho, lo especias con lo que te apetezca (curry, garam masala, ras el hanut o cualquier otra combinación tipo hindú), enjuagas y escurres las lentejas rojas, las añades al sofrito y cubres, con agua / caldo de verduras o si lo quieres más denso y con más sabor, puedes añadirle mitad de agua y mitad de leche de coco, en cualquier caso, el doble de líquido que de lentejas. En unos 20 /30 minutos el agua debería haberse consumido y las lentejas deberían estar entre blandas y deshechas.

En cuanto a la soja texturizada, no es más que soja procesada para que parezca carne picada, tiras de pollo, tacos de carne o filetes, y usarla como tal. Viene seca y es tan versatil que puedes usarla de mil maneras. A mí como más me gusta es en forma de boloñesa y de pinchitos.

Para la boloñesa: sofríes media cebolla y 2 dientes de ajo con AOVE. Luego añades 1 taza de soja texturizada fina, tal cual, sin hidratar, 1 cucharada de orégano o de albahaca, y rehogas un par de minutos. Cuando la soja empiece a coger color, agregas un par de cucharadas de salsa de soja y mezclas. Ahora agregas 1 taza y media de agua, mueves y dejas que se cueza la soja. Cuando el agua se haya evaporado, añades 1 taza de salsa de tomate (compra una buenecita), lo mezclas todo bien y dejas que se termine de hacer a fuego lento, moviendo de vez en cuando. Mientras tanto, ve cociendo la pasta para que esté cuando esté la boloñesa.

Para hacer los pinchitos necesitarás soja texturizada gruesa, AOVE y especias para (sorprendentemente) pinchitos . Se trata de una receta súper sencilla y puedes dejar preparado de sobra para tener para más de un día: primero calientas agua e hidratas la soja con ella, cubriéndola durante unos 7 /10 minutos, dependiendo de la soja. Una vez hidratada, la enjuagas con agua fría para no achicharrarte y la escurres aprentándola un poco con las manos sobre un colador. A continuación, la metes en un tuper, añades especias para pinchitos a tu gusto, echas un buen chorro de AOVE, cierras la tapa y agitas bien para que se mezcle todo. Luego sólo tienes que dejar que macere, metiendo el tuper en el frigo, y saltearla cuando llegue el momento. Si se la añades a unas papas guisás también queda estupenda.

Heura: la heura es una cosa maravillosa que parece pollo pero no lo es. En realidad es soja. Soja texturizada, ya hidratada y congelada. Para prepararla sólo tienes que rehogarla en la sartén, sin descongelar, con o sin sofrito previo de cebolla, ajo y/o pimiento verde, con un buen chorreón de AOVE y las especias que prefieras. Yo suelo comprar los bocados especiados aunque siempre le añado el sazonador de pollo asado de Mercadona. También puedes añadirle medio vasito de cerveza justo antes de apagar el fuego, dejar que se evapore, y queda espectacular.

playitaSi quieres ideas para combinar cosillas, échale un ojo a este enlace o, si tienes tiempo para recrearte, al blog de Claudia, que algo habrá que te guste.

Y poco más… Si ves que nada de lo anterior te apetece o has tenido un día especialmente largo, te vas al apartado de platos preparados y sigues las instrucciones del envase. Ya es ir cuestión de que vayas probando distintas marcas y viendo qué productos te gustan más.

No sé si sería algo así lo que tenías en mente, o le vas a poner pegas a todo como de costumbre, pero pa empezar a veganizar tus cenas yo creo que tienes. Anyway, para cualquier duda me tienes siempre en el wasap 😉

Hola.

pasta alla rustica

¿A quién no le gusta la pasta? Bueno, sí, a mi madre, porque hay gente pa to en este mundo. Pero tampoco le gusta el cine y las vacas le dan miedo, así que ella no cuenta.

pasta alla rustica, con bien de «rustica»

Y ahora, partiendo de que (casi) todes les que me estéis leyendo seáis personas normales, voy a dejaros por aquí esta recetilla que encontré en el típico libro de cocina que lleva siglos dando vueltas por casa y al que ahora estoy sacándole partido a base de tunear recetas para hacerlas veganas.

Como veréis, es muy sencilla de hacer aunque es cierto que lleva bastantes ingredientes, algunos de ellos de ésos que no tenemos por casa habitualmente, como bacon vegano o alcaparras. Os lo digo para que los vayáis teniendo en cuenta en vuestra próxima compra 😉

Al lío.

Ingredientes. 

  • Pasta para 4 (no pongo cantidades, porque en mi casa somos de buen comer y nos echamos más que la media).
  • 200 gr. de bacon vegano (puedes encontrarlo en cualquier tienda de alimentación vegana, online o física). Puedes usar todo el paquete si quieres pero yo suelo apartar unas lonchitas para comérmelas mientras cocino 🙂
  • 1 cebolla grandecita.
  • 3 dientes de ajo.
  • 1/2 cucharadita de ají molido (guindilla seca); puedes echar menos u omitirla si no quieres que pique.
  • 1 pimiento amarillo.
  • 1 pimiento rojo.
  • 500 gr. de tomate fresco.
  • 75 gr. de aceitunas verdes deshuesadas y escurridas (poco menos de un sobre).
  • 1 botecito de alcaparras (65 gr).
  • 1 cucharadita de orégano seco.
  • 2 Cucharadas de hojas de albahaca fresca picadas o 1 cucharadita de albahaca seca (si no la encuentras fresca).
  • 2 Cucharadas de perejil fresco picado o 1 cucharadita de perejil seco (si no lo encuentras fresco).
  • AOVE.
  • Sal.

Preparación. 

aquí le eché el paquete entero de bacon; mereció la pena 🙂

Corta el bacon en tiritas a lo ancho, sepáralas un poco con la mano y sofríe en una sartén antiadherente hasta que esté hecho pero sin pasarte (no queremos que se quede como la suela de un zapato). Reserva.

Corta la cebolla muy pequeñita y sofríe con AOVE en la sartén en la que hiciste el bacon. Mientras la cebolla se hace, ve picando el ajo muy pequeñito y cortando los pimientos en tiras o en daditos, como más coraje te dé, y reserva.

Cuando la cebolla esté blandita, añade el ajo, el ají molido (o no si lo vas a omitir) y el perejil picado. Rehoga durante un minuto o así y añade el bacon que ya tenías listo. Sofríe todo unos segundos mezclando muy bien y agrega los pimientos que habías reservado.

Mientras se hacen los pimientos (esto es, se ponen blanditos y se evapora el agua que sueltan), ve pelando, despepitando y cortando en daditos pequeños los tomates y reserva. Cuando los pimientos estén, añade el tomate y cocina todo hasta que se evapore toda el agua.

Ve poniendo el cazo con el agua para la pasta, mide ésta y reserva para echarla cuando el agua esté hirviendo.

esta vez le eché pimiento verde porque no tenía amarillo. Estaba to güena también.

Mientras se hacen los tomates, ve cortando en rodajas o en tiras las aceitunas. Una vez que los tomates estén bien cocinados y el agua se haya evaporado, añade las aceitunas, las alcaparras, el orégano, la albahaca e integra muy bien todo durante un minuto o así. Prueba de sal (porque tanto las aceitunas y las alcaparras como el bacon tienen) y añade si consideras que lo necesita.

Ahora sirve la pasta, que ya debe estar lista, añade un par de cucharadas o tres de esta deliciosa salsa por encima, hazle la fotito correspondiente y súbela a tus redes sociales para que la gente vea que les veganes sólo comemos lechuga y ¡a disfrutar!

** La receta original lleva dos tipos de quesos italianos, podéis echarle Parmesano en cuña de Violife o algún otro queso vegano que os guste. Yo la última vez no le eché ninguno y estaba espectacular igual.

crema de queso untable tipo brie

«Han llegado los resultados. La vaca no es su madre»

Podría empezar tirándome el pisto y deciros que llevaba tiempo tratando de imitar las cremas tipo Brie que traía mi madre siempre que venía a casa cuando aún era vegeta, pero la verdad es que no era eso lo que pretendía hacer cuando me dio por echarle anacardos a la receta de Conroy. Mi meta era tunearla hasta conseguir un queso con una textura diferente a la que se consigue usando únicamente leche de soja. Y lo cierto es que cuando después de dejarla reposar en el frigo durante más de 8 horas, la consistencia no resultó ser la que esperaba, me hundí en la miseria :(.

Hasta que la probé en pan y pasé a ser la gitana del wasap, to empoderá. Y por un segundo supe cómo debió sentirse Fleming cuando se dio cuenta de que había olvidado aquella placa de petri junto a una ventana abierta y acabó descubriendo la penicilina.

Sí, sé lo que estáis pensado: tampoco te flipes, G., que estamos hablando de queso para untar, no de un antibiótico; tu untable no va a salvarle la vida a nadie.

¡No poco!

«Nuestra leche viene de vacas felices que han sido felizmente violadas y cuyos hijos son felizmente convertidos en carne de ternera.»

Basta con cambiar el foco para darse cuenta de que cada vez que hagamos esta crema EN VEZ de comprar esas otras untables hechas a base de leche de vaca, estaremos dejando de contribuir a la explotación de una vaca y a la muerte de su ternero, que es de lo que trata el veganismo a fin de cuentas.

Por suerte, y sin que sirva como precedente, esta vez me dio por apuntar los ingredientes que había usado antes de que se me olvidaran.

And here you are 😉

Ingredientes.

  • 1 Taza de leche de soja sin edulcorar.
  • 1/2 Taza (colmada*) de anacardos crudos.
  • 1/4 Taza (un poco menos que rasa) de almidón de tapioca.
  • 1 Cucharada de levadura nutricional.
  • 1 Cucharada de pasta de miso blanco.
  • 1 cucharadita (un poco menos que rasa) de Carragenato Kappa.
  • 1 cucharadita de sal fina.
  • 1 cucharadita de AOVE aromatizado a la trufa.
  • 1/2 Taza (colmada) de aceite de coco refinado (desodorizado).
  • 2 cucharaditas de vinagre de manzana.

Preparación. 

pan de centeno artesano con crema tipo brie

Si te acuerdas, deja los anacardos en remojo la noche anterior. Si no, déjalos un par de horas en agua y luego ponlos a cocer durante 15 minutos (a cronometrar desde que el agua entra en ebullición).

Mientras los anacardos se cuecen o antes de ponerte a colarlos (si los habías dejado en agua toda la noche), pon el aceite de coco al baño María para poder medir la media taza que necesitarás. También aprovecha para medir y reservar las 2 cucharaditas de vinagre de manzana.

Cuando estén listos los anacardos, cuélalos y procésalos junto con la leche de soja con un robot potente hasta que tengas una crema uniforme, sin trocitos. Añade a la mezcla de soja y anacados el miso blanco e intégralo bien (yo lo hago aplastándolo contra las paredes del vaso de la batidora con una cuchara). Luego añade la levadura nutricional, la sal, el carragenato y el almidón y bate con la misma cuchara o con unas varillas hasta que todo esté bien integrado. También puedes procesarlo todo junto para asegurarte de que no queden grumos, ya que te va a quedar una mezcla bastante espesa, nada que ver con cómo queda la base del queso original.

Agrega el aceite de oliva trufado y el aceite de coco líquido y remueve muy bien con la misma cuchara con que integraste el miso.

Crema de queso tipo brie con mini-tostas veganas

En un cazo, vierte la mezcla y caliéntala a fuego bajo durante unos 5 minutos, sin dejar de remover con una cuchara de silicona, hasta que tengas una pasta uniforme y viscosa que se despegue con facilidad de las paredes del cazo.

Retira del fuego y añade el vinagre de manzana que habías apartado. Remueve muy despacio al principio o el vinagre saldrá despedido. Ve haciendo que se integre con movimientos envolventes. Una vez que lo esté, vierte la mezcla en un tuper y déjala enfriar, sin tapar, a temperatura ambiente.

Una vez que se haya enfriado, tápala y guárdala en el frigo. Aguanta unos 10 días refrigerado, pero a nadie en su sano juicio le duraría tanto.

Y na, lo de siempre, si la hacéis, contadme. Me viene bien ese feedback para saber si os ha gustado o si la habéis mejorado o whatever 🙂

(*) Lo de «colmada» o «un poco menos que rasa» es tal cual lo hice yo. Intentaré ajustarlo a medidas normales cuando la repita.

quinua con cosas verdes

quinua con cosas verdes, queso y nueces

Efectivamente, el nombre de este plato no está sacado de ninguna guía Michelín, pero cuando lo hago y viene mi hija del instituto preguntando qué vamos a comer ese día, responderle «quinua con cebolla, puerro, judías verdes, espárragos, calabacín, brócoli y edamame» me parecería darle demasiada información. Así que al final se le quedó «quinua con cosas verdes»; que viene a ser como cuando tu madre se pasa 9 meses pensando qué nombre te pondrá y al final todo el mundo te acaba llamando illo cabesa.

Anyway, y aunque ya os he hecho un spoiler que te cagas desvelando los ingredientes, voy a compartir el truco que me dio mi amiga Karolina Barsallo en su día, para que la quinua quede riquísima y no amargue.

Ingredientes.

  • Verdura (la que quieras, todo es opcional, pero la que yo echo es)
    • 1 puerrro.
    • 1 cebolla.
    • 1 manojo de judías verdes redondas (como 200 gr. o así).
    • 1 manojo de espárragos verdes.
    • 1 calabacín verde o blanco (pequeño).
    • 1 brócoli pequeño.
    • unos 200 gr. de edamame en vainas.
  • 1 taza de quinua (*).
  • 2 tazas de agua filtrada.
  • AOVE.
  • Sal.
  • Pimienta negra recién molida (opcional).
  • Caldo de verdura en polvo (opcional).
  • Nueces picadas o algún otro fruto seco crudo (opcional).

Preparación.

Preparar la quinua.

lavando la quinua

El truco no es otro que… (redoble de tambor) lavarla muy bien. Y con lavarla muy bien me refiero a MUY MUY BIEN. Lo que yo suelo hacer es ponerla en un bol grande, de cristal, cubrirla bien de agua y dejar que se vaya al fondo. Habrá granos que queden flotando formando grupitos, pero no te preocupes, cuando los hundes un poco con la mano, se van al fondo también. Metes la mano y la mueves, como si estuvieras jugando con la arena de la playa, y verás que el agua se enturbia bastante. Luego te pones a preparar la verdura, y entre cortar una y otra, cambias el agua. No hace falta que la cueles, con que tires el agua con cuidaíto de que no quedarte sin quinua, vale; luego le echas más agua, haces lo mismo de antes (hundir los grupitos flotantes que haya), mover con la mano y dejar reposar mientras vas picando más verdura. Yo suelo hacer esto 4 ó 5 veces, hasta que tengo toda la verdura lista. El agua del final no sale transparente pero sí bastante clara comparada con la del principio. Esa última vez escurre todo lo que puedas, puedes usar un chino (colador) o un colador normal poniendo una tela quesera para que la quinua no se te vaya por los agujeros, ya que es bastante pequeña.

Preparar la verdura.

quinua con cosas verdes, detalle

Esta parte no tiene mucha ciencia… Coge la verdura que quieras ponerle, pela o lava la que haya que pelar o lavar y córtala muy chiquitita. O no. Yo la corto así porque me gusta cómo queda y porque aunque se tarda un poquillo más, se hace antes. Luego la vas sofriendo en una sartén grande – date cuenta que además de la verdura, tiene que caber la quinua- empezando por la cebolla y el puerro y añadiendo el resto de verduras excepto el edamame.

También hay verduras, como los espárragos, las judías verdes y el brócoli, que puedes precocinar si tienes microondas y un estuche de vapor de Lekue (yo uso éste). Una vez precocinada, la cortas y la añades a la sartén para que termine de hacerse con el resto de verduras. En el caso de los espárragos, dejad las puntas lo más intactas posibles para que al servirlo luzcan más 🙂

En un cazo aparte, ve cociendo el edamame (en el estuche de Lekue no queda guay, mala suerte) con un buen puñao de sal. Cuando esté, enfríalo para poder sacarlo de las vainas y añádelo al resto de verduras.

Terminar el plato:

Una vez que toda la verdura está sofrita y blandita, cuela bien la quinua y añádela a la sartén. Rehógala un poquillo, mezclando bien con las verduritas, añade agua y, si quieres darle más sabor, una cucharadita de caldo de verdura en polvo (yo uso éste). Baja el fuego al mínimo, corrige de sal y listo.

Ya sólo queda dejar que se consuma el agua y la quinua estará hecha.

Si cuando la sirvas, le añades un poco de pimienta negra recién molida, parmesano rallado de Violife (o cualquier otro queso vegano que te guste) y unas nueces, mal no le va a venir.

(*) aunque en una de las fotos la quinua que hay es de tres colores, de la marca Quinoa Real, desde que leí éste y otros artículos sobre el tema, intento no comprar quinua que no sea de origen local.

 

albóndigas de alubias blancas con salsa de cebolla.

Si eres de les que este año se han propuesto llevar un modo de vida más ético sacando a los animales de tu plato, esta receta es ideal para empezar a cocinar vegano, y lo es por varias razones:

  1. Porque prácticamente no hay ingredientes de esos raros que usamos nosotres (y que usarás tú de aquí a nada) y los que hay se encuentran ya muy fácilmente en mil sitios.
  2. Porque como verás es muy fácil de hacer.
  3. Porque es un plato bastante completo nutricionalmente hablando y fácil de comer si, como yo, te acabas de poner braquets a la vejez.
  4. Porque es fácilmente porcionable y se puede congelar.
  5. Porque están buenísimas 🙂

La receta original de las albóndigas la saqué del libro que me compré hace un año cuando estuve en Edimburgo y con el que acabó cargando Nacho el resto del día, porque los libros en papel y en tapa dura, cuando llevas un ratito andando, pesan. Como es el caso de éste: Eat like you give a fuck. Pero qué le voy a hacer, a mí eso de leer en ebook me parece una modernez; yo soy de libros-libros, de los que tienes que tener cuidaíto de que no les caiga nada si te los llevas a la cocina y de los que acaban llenos de marcadores señalando tooooodos esos platos que quieres probar.

Yo le añadí la avena porque me pareció oportuno y la verdad es que, una vez pasadas por el horno, de textura quedaron geniales, pero podéis no echársela si no queréis, porque la original no lleva. Por supuesto, le podéis añadir o quitar las especias que os dé la real gana, igual que podéis pasar de la salsa de soja si tenéis algún problema de hipertensión y os lo tomáis en serio, no como una que yo me sé…

Ni una sobró en mi casa. Hasta a mi hija, que es muy fan de las albóndigas de carne que le hacen sus abuelas cuando va a sus respectivas casas, le encantaron. A ésta la veganizo yo como que me llamo Gema.

Si las hacéis, me contáis, porfa, que me hace ilusión una mijita de feedback 🙂

Ingredientes:

  • 3 Tazas de alubias blancas cocidas. Si son de bote, viene a ser un bote de los de 500/600 gr.
  • 2 cebollas medianas (1/4 Taza para las albóndigas y el resto para la salsa, ojo).
  • 3 dientes de ajo.
  • 1/2 Taza de pan rallado.
  • 1/4 Taza de levadura nutricional.
  • 1/4 Taza de copos de avena finos.
  • 2 Cucharadas de AOVE.
  • 1 Cucharada de salsa de soja.
  • 1 cucharadita de ajo en polvo.
  • 1 cucharadita de orégano seco.
  • 1 cucharadita de tomillo seco.
  • 1 cucharadita de albahaca seca.

Para la salsa.

  • La cebolla picada que no usaste antes.
  • Margarina o AOVE para pochar la cebolla (la que necesites).
  • Vino blanco vegano.
  • 3 cucharaditas colmadas de harina de arroz.
  • Agua filtrada.
  • 1 Cucharada de salsa de soja.
  • 1/2 cucharadita de caldo granulado de verduras (yo uso éste).
  • Pimienta negra molida.
  • Tomillo seco (o cualquier hierba que te guste a ti)

Preparación. 

Pica las cebollas en una picadora o a mano, pero asegúrate de que queda muy pequeñita. Mide 1/4 de taza para las albóndigas y reserva el resto para la salsa.

Pica los ajos muy chiquititos. Tanto el ajo como la cebolla van a ir crudos a la masa.

albóndigas de alubias blancas

albóndigas listas para entrar en el horno

Cuela las alubias del bote (si las has usado ya cocidas) y enjuágalas un poco. Yo les quité el exceso de aquafaba del principio, pero no las enjuagué todas porque la aquafaba hace las veces de huevo. Si las has cocido tú, añade si quieres una cucharada o así del líquido de cocción (una vez frío) a las judías. Ahora bátelas en una batidora de vaso  o en la Thermomix hasta que quede una pasta fina, tipo hummus. Si queda alguna alubia entera o algunos trozos, no pasa nada.

En un bol grande, mezcla todos los ingredientes (recuerda que de cebolla sólo tenías que echar 1/4 taza) y haz que se integren usando las manos. La masa estará pegajosa, pero no pasa nada. Una vez que esté todo bien mezclado, déjala reposar unos 15 minutos. Mientras reposa, precalienta el horno a 200ºC dejando fuera la bandeja con un papel vegetal para ir colocando las albóndigas en ella.

Ahora ve cogiendo un poco de masa con las manos, dándole forma de albóndiga y colocándola sobre la bandeja. Cuando las tengas todas (te saldrán unas 30), échate un poco de AOVE en la palma de las manos – recién lavadas y secas – y repasa cada bola. Quedarán con la superficie lisa y engrasada. Cuando el horno esté caliente, mételas y déjalas 15 min. Saca la bandeja, dale la vuelta a cada albóndiga (y si hace falta y no te achicharras, dales forma si se han quedado demasiado aplastadas y las quieres redonditas) y déjalas otros 15 min.

albóndigas de alubias blancas con salsa de cebolla

albóndigas de alubias blancas con salsa de cebolla

Mientras las albóndigas están cogiendo color en el horno, ve haciendo la salsa. Pon en una sartén, preferiblemente antiadherente, la cebolla picada que no usaste para las albóndigas y una nuez de margarina vegana o un chorrito de AOVE, lo que más coraje te dé. Cuando la cebolla esté dorada y blandita, añade un buen chorreón de vino blanco vegano (opcional, si no puedes/quieres, no se lo eches), sube el fuego y deja que se evapore. Ahora añade la harina de arroz y mezcla muy bien con la cebolla. Quedará como una pasta; no te preocupes, es normal. A poquitos, ve añadiendo agua a esa pasta, de forma que vaya quedando una especie de salsa espesa, sin dejar de remover. Deja de añadir agua cuando tenga la consistencia que quieres. Al final, añade el caldo granulado de verdura, la salsa de soja, la pimienta negra molida y el tomillo (o la hierba que quieras echarle) y remueve muy bien

Cuando hayan pasado los 30 minutos de horno, saca las albóndigas y sírvelas con la salsa y unas patatillas fritas, y a disfrutar 🙂

 

 

pepper jack

Éste es uno de esos quesos agradecidos, que se hace en lo que dura una versión de Layla en directo y que -salvo a quienes no les vaya mucho el picante- gusta a todo el mundo. La receta la encontraréis en este libro, que es una maravilla y que no me cansaré de recomendar. Así que lo hacéis y subís fotos a Instagram o a alguna otra red social, sed agradecidxs y poned algún hastag que haga referencia a Conroy o a su libro (tipo #thenondairyevolutioncookbook).

Pepper Jack sobre crackers salados

Para hacer este queso, y esto vale igualmente para todos los que lleven aceite de coco, os recomiendo que NO uséis una sartén antiadherente sino una normal, de piedra o de hierro, o incluso un cazo, para que el aceite no resbale en las paredes de la sartén. Yo al principio siempre usaba una antiadherente y me costaba la vida ligar la base (leche de soja) con la grasa (aceite).

Os recomiendo también que para integrar el aceite con la mezcla de leche uséis al principio unas varillas y, una vez integrado, una espátula de silicona (de lo contrario se os quedaría mucho queso en las varillas al final).

Por lo demás, no tiene mucha ciencia: mezclar, calentar, integrar y esperar a que se enfríe. Se tarda más en explicar cómo se hace que en hacerlo, palabrita 🙂

En mi casa vuela, así que no os puedo decir cuánto dura en buenas condiciones en el frigo, aunque al llevar base de leche calculo que unas dos semanas. A mí me encanta usarlo en sandwiches calientes, porque funde, aunque también está buenísimo en frío sobre unos crackers salados.

Ingredientes. 

  • 1 y 1/3 de Taza de leche de soja o de almendra sin edulcorar. Si es casera, mejor.
  • 1/4 de Taza de almidón de yuca/tapioca (como éste).
  • 2 Cucharadas de levadura nutricional (yo uso ésta).
  • 4 cucharaditas de de carragenato Kappa (yo lo compro aquí).
  • 1 y 1/4 cucharadita de sal fina de mesa no yodada.
  • 2/3 de Taza de aceite de coco refinado.
  • Jalapeños en conserva, verdes y/o rojos. Al gusto. Yo suelo ir cortando hasta que lleno 1 Cucharada bien densa.
  • 1 cucharadita de ají (guindilla seca en escamas).
  • 2 cucharaditas de vinagre de manzana.
  • 1/4 de cucharadita de ácido láctico en polvo o, si no lo encuentras, 1 cucharadita de zumo de limón.

Preparación.

Salvo que lo hagas en pleno verano y el aceite de coco esté derretido, lo primero que debes hacer es poner el tarro al baño María para fundir el aceite y poder apartar el que vas a necesitar. Si se funde más del que acabes usando, no te preocupes: volverá a solidificarse de nuevo, así que no se desperdicia nada.

Pepper Jack fundido en un sandwichito 🙂

Mientras se funde el aceite, echa la leche de soja, el almidón de yuca, la levadura nutricional, el carragenato y la sal en el vaso de la batidora y bátelo todo unos segundos para que se mezcle bien. Puedes hacerlo con la batidora o con unas varillas, lo importante es que no queden grumos.

Deja medido el vinagre y el ácido láctico o el zumo de limón que necesitarás más adelante y reserva.

Lava los jalapeños que vayas a usar para quitarles el sabor a vinagre y córtalos en cuadraditos minúsculos. Luego mide los copos de guindilla seca y reserva todo en un plato. En este punto ten cuidado, no vayas a tocarte un ojo sin querer antes de lavarte las manos. Eso sí, si lo haces, sube tu foto a Instagram desde urgencias y etiquétame para que pueda ponerte eso de te lo dije.

Prepara el molde donde vayas a enfriar el queso más tarde. Yo suelo hacerlo en un tuper que forro con papel transparente del grueso (lo compro en Mercadona) para poder luego desmoldarlo bien.

Ya debería estar derretido el aceite de coco que necesitarás. Apaga el fuego, deja el bote al calor residual del agua y vamos al lío.

bloque de Pepper Jack reposando antes de meterlo en el frigo

Vierte en la sartén la mezcla que batiste previamente. Lo ideal sería hacerlo con la leche a temperatura ambiente/templada. Si has usado la leche directamente del frigo, enciende el fuego (bajo) y deja que la mezcla se temple un poco antes de añadir el aceite. Ahora mide los dos tercios de taza de aceite de coco líquido, añádelos y bate bien con unas varillas, procurando que se mezcle (no esperes que quede integrado inmediatamente). A continuación, a fuego bajo, ve removiendo lentamente con la espátula. Hazlo como si estuvieras rebañando la sartén con la espátula, desde los bordes hacia dentro. La mezcla irá siendo cada vez más uniforme e irá espesando.

Si por lo que sea, antes de añadir los jalapeños, se te corta la emulsión, retírala del fuego y trata de ligarla removiendo enérgicamente. Si aun así no liga, échalo todo en un vaso de batidora y bátelo. Luego vuelve a echarlo en la sartén y sigue calentando y moviendo con la espátula hasta que espese.

Cuando vaya tomando consistencia de nata espesa, añade los jalapeños y la guindilla en escamas e intégralos. Sigue removiendo hasta que la mezcla se separe de los bordes con facilidad y tengas una masa viscosa y uniforme. Una vez que la tengas, apaga el fuego, retira la sartén del calor residual y añade el vinagre y el ácido láctico (o el zumo de limón) que habías reservado antes. Ten cuidado al integrarlo porque el vinagre tiende a resbalar sobre la mezcla y a salir disparado de la sartén, así que hazlo moviendo con mucho cuidado.

Una vez que veas que se ha integrado bien, añade rápidamente la mezcla en el tuper que tenías preparado y deja enfriar una media hora a temperatura ambiente. Pasada esa media hora, tápalo y mételo en el frigo.

En su libro, Conroy recomienda envolver el queso en papel de cocina para secar el exceso de aceite. Yo no lo hago y queda bien, pero si os parece que está demasiado graso, hacedlo y luego retirad el papel.

tartar de berenjena ahumada

De todas las verduras del mundo, hasta que descubrí este tartar, la berenjena era la única que no me gustaba. Salvo frita, claro, pero porque frita hasta una alpargata está buena. Si no lo hago más a menudo es porque en Sevilla, durante 6 meses al año mínimo, hace demasiado calor como para asar berenjenas al fuego. Y porque se echa una mañana en hacerlo y yo tengo muchísimas series pendientes de ver y muchísimas opiniones que compartir en mi feisbuk.

tartar de berenjena ahumada

Anyway, el finde me quedé en camiseta y bragas, me armé de paciencia y me puse a quemar berenjenas como si fuera otoño de verdad y no estuviéramos a 35º a la sombra***. El resultado, aunque sólo podáis valorarlo en las cutre-fotos que saco, mereció la pena. Y el olorcillo a berenjena ahumada en toda la casa, ni os cuento <3.

Os dejo por aquí la receta con el permiso de Toni Rodríguez, que es de quien la aprendí en un taller que dio y que es más majo que ojú.

Ingredientes. 

  • 1.5 kilo de berenjenas.
  • 2 dientes de ajo.
  • zumo de 1 limón.
  • 60 gr. de aceite de girasol.
  • 100 gr. de tahini (mejor si es tostado).
  • sal.

Para el aliño:

  • 50 gr. de AOVE bueno.
  • 50 gr. de aceitunas buenas. Yo usé tipo Kalamata.
  • 70 gr. de piñones crudos.
  • perejil fresco.

Preparación.

Para hacer bien bien esta receta, necesitarás o tener fuego de gas de los de toda la vida, o un soplete. Si no tienes ninguna de las dos cosas, el horno te hará el avío, pero tu cocina no olerá igual, también te lo digo.

berenjena al fuego

Lo primero que tenemos que hacer es lavar las berenjenas, secarlas con un paño y pincharlas por todas partes con un tenedor de los pequeños (esto se hace para que no estallen).

Ahora enciende el fuego, o el soplete, o el horno a 180º si no tienes otra cosa. Si las haces sobre el fuego, ve poniéndolas directamente sobre el quemador (ver foto), girándolas de vez en cuando usando unas pinzas de cocina largas. Para hacerlas con el soplete, sujétalas con las pinzas y mételes fuego a saco igual. Si las vas a hacer al horno, ponlas sobre un papel vegetal y déjalas hasta que estén tiernas.

De lo que se trata es de que la piel se achicharre y el interior quede blandito. Se tarda un rato, sobre todo si las haces al fuego o con soplete, porque tienes que ir quemándolas una a una, pero te aseguro que merece la pena. Además es bonito de ver y luego huele toda tu casa que alimenta.

tartar sobre galletas con sal

Conforme vayas teniéndolas listas, ve metiéndolas en una bolsa de plástico (de las del súper o de las que te dan al comprar el pan, pero que esté limpia), ciérrala con una pinza por ejemplo y déjalas reposar dentro durante unos 15 min. Con este paso conseguirás que la piel de la berenjena se desprenda con facilidad cuando la saques de la bolsa. Si ves que quema mucho, hazlo con guantes o con el borde de un cubierto.

Según les vayas quitando la piel, déjalas encima de un colador para que pierdan el suero y se terminen de enfriar.

Ahora coge una de ellas, o dos si son pequeñas (unos 300 gr), y tritúralas junto con el tahini, el ajo, el zumo de limón, el aceite y la sal. El resto de berenjenas córtalas en daditos pequeños y agrégaselos a la mezcla anterior.

Para hacer el aliño, tuesta los piñones ligeramente en una sartén y, una vez fríos, pícalos un poco reservando algunos enteros para la presentación. Luego pica el perejil y las aceitunas y mézclalo todo con el AOVE.

Sírvelo sobre rodajitas de pan tostado con un poco de aliño por encima o cómetelo a cucharás cuando nadie te vea, tú mismx :).

 

*** Cuando empecé a escribir la receta era mediados de octubre y en Sevilla nos estábamos asando. Así de procrastinadora soy.